Manto de Chamana es una obra que se construye con parte de mis experiencias vividas en el taller "Re-descubrir el cuerpo entre piedras megalíticas" organizado por Valerie de la Dehesa, en Salorino, Cáceres. 31 Mayo, 1 y 2 de Junio. 2019. Dentro del contexto creativo y grupal Arqueología performática  coordinado por Valerie de la Dehesa. Que tiene como primera conclusión la exposición con el mismo título en Matadero, Madrid, que se celebró del 25 al 30 de Junio de 2019. 

Arqueología, por que como artistas redescubrimos la memoria de esos lugares. Performática, por que performar es para nosotros estar en el lugar, sentirlo, moverse por él, no es actuar, si no recordar de algún modo lo que sucedió en esos lugares ancestrales.

Mi interés por las relaciones entre el cuerpo (yo-mi cuerpo) y entornos naturales, es un contínuo en mi proceso creativo. Con frecuencia paseo con mi familia por la naturaleza, en ella encuentro respuestas, lenguajes, certezas. Documento mediante fotografía y vídeo las vivencias y trabajo con ellas, por lo que el taller fue una prolongación grupal de mi interés artístico.

Las grandes rocas cargadas de energía y cicatrices, surcos que hacen formas; líquenes vivos en simbiosis con ellas. Quizás…seguro que, las rocas no son seres inertes como nos decían en la escuela. Para mi, son seres prehistóricos, tan lentos como el tiempo, más que en el que vivimos ahora, por eso el desajuste y la incomprensión hacia ellas, por eso nos cuesta tanto sentirlas. 

Desnudando el cuerpo, y caminando sobre ellas, la energía, su vida, llega a la nuestra…

La obra “Manto de Chamana” recoge en parte esa vivencia: cerrar los ojos, buscar el hueco de mi cuerpo en la roca, encajar en él; volver al útero para nacer de nuevo…es un deseo, un conjuro. Girar en la grieta queriendo encajar, hasta que siento que ya estoy. Estar en la oscuridad de la roca, en el interior de la tierra, de la madre tierra; y entonces es el momento de nacer, y salir por el sur del mundo. Repto, me araño la piel y finalmente salgo a la luz del sol de la tarde. 

La obra, es la memoria de un ritual de paso en el que me siento Chamana, que acompaña a un mar imaginario de otros. Ahora ya conozco el lugar, he ido y he vuelto de él. Lloré, por no poder soportar tanta energía, quizás miedo.

Danzar con las danzantes para mostrar la salida. Desfallezco y tomo tierra para recobrarme.

Un manto de Chamana tejido, construido con instantes, que me han dado poder. Es el manto de las superhéroinas, la capa de las santas y las vírgenes, de las diosas…otra energía que en este momento social no se contempla ni comprende.